Plaza… ¿de la Ciudadanía?
Las vallas papales se han vuelto permanentes y quitan sentido público al barrio cívico.
Cuando la Plaza de la Ciudadanía fue construida durante la administración de Ricardo Lagos y luego remodelada en la de Sebastián Piñera los propósitos apuntaban a una idea convergente: transformar el espacio público frente al Palacio de la Moneda en un lugar para las personas, que precisamente los ciudadanos lo sintieran como propio y abriera la casa de Gobierno hacia la ciudad, simbolizada en la Alameda y en la proyección del Paseo Bulnes.
Pero a solo meses de inaugurarse, justo cuando ya se convertía en costumbre para los santiaguinos y visitantes cruzarla en diagonal, sacar una foto cerca de las fuentes de agua o, simplemente, contemplar de cerca el edificio de Toesca, la plaza fue cercada con vallas papales y quedó reducida a un espacio decorativo e inerte, debido a los riesgos que generaban las crecientes manifestaciones y desmanes en torno al lugar. La situación no cambia mucho por el frontis de La Moneda, en la Plaza de la Constitución, que permanentemente está cercada y supervigilada por Carabineros, para prevenir incidentes como el ocurrido esta semana, cuando un grupo de estudiantes irrumpió en el edificio por la Plaza de la Constitución. En medio de ese cambio de vocación de la plaza, en su remodelación se instaló un nuevo sistema de iluminación, áreas verdes y fuentes que hoy son casi de utilería, en un centro histórico que carece de grandes áreas verdes, con un déficit que solo exceptúan la Plaza de Armas, la Plaza de la Constitución y el clausurado jardín del ex Congreso.
Qué distinto sería si los caminantes pudiesen detenerse a contemplar un lujo urbano como el Barrio Cívico de Karl Brunner. Y más aún si pudieran hacerlo desde la plaza construida y remozada con fondos fiscales para los ciudadanos, hoy restringidos de sentirse definidos como tales en el espacio público que rodea La Moneda.