¿Qué es la Escala Humana? 3 definiciones para su promoción en los barrios
La Escala Humana es un término referente a cómo se hace ciudad que -como muchos otros- tiene más de una definición. No obstante, cualquiera de ellas, siempre tienen en común un enfoque para hacer de las ciudades lugares que sean más habitables y seguros para las personas.
A inicios de este año, en Nueva York, surgió una coalición ciudadana llamada “Neoyorkinos por una ciudad a escala humana” que agrupa a 84 agrupaciones y organizaciones comunitarias que buscan discutir y modificar las políticas urbanas.
De esta manera, quieren que su opinión sea parte de un proceso que involucre a diferentes actores sociales para evitar que producto de las decisiones que se toman en relación a la densidad, los espacios públicos, las viviendas y la zonificación, entre otros temas, se termine por afectar la vida en los barrios y así se pueda fomentar y preservar la Escala Humana.
Pero, ¿qué significa la Escala Humana?
El origen de este término es posible vincularlo a la activista estadounidense Jane Jacobs (1916-2006), quien a inicios de los años 60 encabezó la oposición a la construcción de una autopista en Nueva York y a otras iniciativas propuestas por el planificador urbano Robert Moses que conllevaban la destrucción de barrios históricos y el desplazamiento de residentes.
En su libro “Muerte y vida de las grandes ciudades”, publicado en 1967, solo unas semanas antes de que lograra detener la obra vial, Jacobs expone sus planteamientos a favor de la zonificación mixta sosteniendo que “la presencia en la calle es la esencia de la vida y la seguridad urbana” (Glaeser, 2011).
Esta afirmación la justificó contraponiendo lo que ocurre en un sector que posee edificios de gran altura versus uno que tiene construcciones más bajas, siendo considerado este último como reflejo de la Escala Humana.
Al respecto, argumentaba que en el primer sector, los habitantes se vuelven ajenos a la vida callejera que transcurre al nivel del suelo, mientras que en el segundo, los peatones tienen la posibilidad de controlar visualmente lo que ocurre en las calles cercanas a las viviendas, generando así más seguridad. Este último planteamiento fue conocido años después como la teoría de los “Ojos en la calle”.
En esta misma línea, el arquitecto danés Jan Gehl, quien es socio fundador de la oficina Gehl Architecs y que durante los últimos 40 años se ha dedicado a estudiar el comportamiento de los seres humanos en las ciudades sostiene que la Escala Humana existe cuando hay “vida entre los edificios”.
Corroborar si es que esto existe o no es posible a través de la observación, punto de partida de su metodología de trabajo, con la que ha podido determinar cómo es el uso que las personas hacen del espacio público.
En su opinión, esta “vida” es la que se puede denominar como la Escala Humana cuando los habitantes tienen un campo de visión que no se ve obstaculizado por grandes construcciones, cuando los peatones se pueden desplazar de manera segura a una velocidad real, por ejemplo a 5 kilómetros por hora, en comparación con los 60 km/h a los que circulan los automovilistas, y cuando se construyen lugares en que las personas no se sienten disminuidos (para más detalles, puedes ver su charla TED sobre el tema aquí).
A estas definiciones es posible agregar una tercera definición más reciente que tiene una visión más ciudadana y que es la que plantea Project for Public Spaces (PPS).
En este sentido, la organización promotora del placemaking, es decir, de la construcción de lugares a través de la participación comunitaria, considera que la percepción tiene un rol en este término, por lo que sostiene que “la escala humana en una comunidad determinada depende de lo que la comunidad percibe como escala humana”.
Asimismo, dice que “no estamos en contra rascacielos, desarrollo, viviendas de lujo, o los coches. Estamos a favor de lugares . Pero en la práctica, eso significa que hacemos lo opuesto a los proyectos que destruyen o impiden la creación de espacios de calidad, y nos desafían con reformas radicales que no reconocen o se adaptan a los contextos locales. No hay una escala humana, pero mediante la participación en un proceso placemaking, podemos encontrar la escala que funcione para todas las comunidades”.
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