El puerto que no se ve pero siempre está ahí
Trilogía “Valparaíso no patrimonial”: Investigadores locales redescubren aspectos y episodios en este emplazamiento ingobernable. La serie concluye con el tercer volumen, pero la saga completa será reeditada.
Va a ser el último recuento sobre cultura popular en el puerto y también un libro de despedida para el periodista Marco Herrera, uno de los creadores de la saga, que falleció en el transcurso de la última investigación.
“Marco me dijo que tenía que sacarlo. Así es que me puse de cabeza a aplanar otra vez las calles y cerros para terminar el libro en su memoria”, señala el guionista Christian Morales, coautor de la trilogía “Valparaíso no patrimonial”, próxima a completar su serie.
La edición de Ocho Libros vuelve a fijar la mira en aspectos a menudo invisibles que definen la identidad porteña y ornamentan sus historias locales. Es un genuino gabinete de curiosidades para los visitantes a Valparaíso, habituales consumidores de la sofisticación de los cerros Alegre y Concepción.
“Esa es la postal para afuera, nada más. Nosotros ni siquiera mostramos el lado B del puerto: este es el único puerto que hay. Esta ciudad es como un ajiaco donde todos se mezclan con todos”, dice Morales. “Cuando los gringos preguntan dónde están las mejores vistas, les sugiero que vayan al cerro Montedónico, pero ese cerro es para valientes”, agrega.
Con imágenes y crónicas breves, la vitrina es prácticamente interminable. Desde el tiburón de utilería en la Caleta Portales a los partidos de fútbol barranca abajo; desde las puertas de las quebradas que no conducen a ningún lado a los enredos de cables eléctricos en completo desuso; y desde la leyenda desvirtuada del choro porteño a los guardianes del Wanderers, que pesan más de cien kilos.
Son dos caballeros medievales con armaduras, soldados a la reja de una casa en el cerro Placeres. “Los fabricó Pedro Guerrero, ex buzo de la Marina. Llevan la insignia del equipo y ningún devoto de otro club se atreve a violentarlos”, explica Morales. Hay más historias en lugares como la peluquería Acuña, la sombrerería Woronoff, el salón de pool Videla, la chanchería Osorno o el Snack Batton, uno de los últimos bares de cerro que van quedando.
También está la bala del cerro Jiménez, conocido como el cerro La Bala debido al enorme monumento que está en su cima. “Ante la amenaza de conflictos bélicos estaba la necesidad de que la población supiera manejar armas. Se crearon un montón de clubes de tiro en Valparaíso. Este es el testimonio”, señala Morales. Un vistazo preliminar para lo que viene. “Valparaíso no patrimonial 3” ($14.000) saldrá durante julio, y junto con su lanzamiento, Ocho Libros reeditará la trilogía completa.