3 ideas del urbanista Kaid Benfield para construir ciudades más verdes y saludables
Kaid Benfield es un urbanista estadounidense especializado en medio ambiente y sustentabilidad que realiza consultorías sobre la planificación de estos temas en Canadá y Estados Unidos. A lo largo de su carrera se ha desempeñado como académico, co-fundador de diferentes organizaciones y columnista sobre temas urbanos en varios medios, entre ellos CityLab y Huffington Post.
Además ha sido escogido como uno de los “mejores pensadores urbanos” (Planetizen) y como “una de las personas más influyentes en desarrollo y planificación sustentable” (Asociación de Comunidades Sustentables).
En su cuarto y último libro “Hábitat de las personas: 25 maneras para pensar en ciudades más verdes y saludables”, orientado a quienes están “en la búsqueda de hacer mejores ciudades”, plantea en 25 ensayos ideas sobre cómo se puede avanzar hacia la sustentabilidad en las áreas urbanas para beneficiar a las personas y el planeta.
A continuación te contamos sobre lo que postula en tres ensayos de su publicación.
La primera experiencia de ciudad
Una de los primeros acercamientos que tienen los niños con sus barrios es el camino hacia sus jardines o colegios en el que influye cómo realicen este recorrido. De hecho, hay un estudio danés en el que se obtuvo que quienes se van a pie o en bicicleta se mantienen más concentrados durante las cuatro horas después de haber llegado en comparación con los niños que los van a dejar en auto.
Para Benfield, este libro es resultado de las impresiones que tenía sobre las ciudades antes que se dedicara a los temas urbanos, partiendo desde su niñez en Ashville (Carolina del Norte). Además, es un espacio en el que expone diversos argumentos sobre cómo las ciudades podrían satisfacer las aspiraciones y necesidades de la población para que sean un hábitat adecuado para las personas.
Sin embargo, esta es una responsabilidad que recae sobre los mismos ciudadanos, independiente de su función en la ciudad. En este sentido plantea que “los seres humanos tenemos la oportunidad y la obligación de hacer que nuestro hábitat funcione tanto para nosotros como para la salud sostenible del planeta”.
Como creció en una ciudad pequeña (que no supera los 100 mil habitantes), se pudo dar cuenta de los beneficios que esto tiene como la posibilidad de acceder al transporte público y llegar rápidamente a un destino sin haber recorrido largas distancias, la conservación de áreas residenciales y la cercanía con la naturaleza y varios lugares de interés. Al respecto considera que esto aún se pueden vivir en los centros de ciertas ciudades.
La importancia del sentido de lugar
Estar en un lugar que nos ofrezca una experiencia que sea mucho más que tener dónde sentarse -aunque algunos incluso no lo tienen- es muy parecido a hablar sobre lugares y no-lugares, un debate antropológico ya clásico.
Al respecto, Kaid dice que hay ciudades que a través de sus espacios públicos más emblemáticos logran transmitir una sensación de ubicación geográfica, lo que habla muy bien de un lugar.
Sin embargo, afirma que también hay ubicaciones que si bien tienen diferentes nombres, no necesariamente tienen distintas identidades, causando que de lo mismo donde uno esté, porque ese lugar solo se convierte en una referencia para un destino en cuestión. Frente a esto, el autor plantea que este tema no solo es de las ciudades, sino que “tener una identidad clara y un carácter distintivo puede ser tan beneficioso para los barrios como para las grandes ciudades que los rodean”.
Ahora bien, cuando se habla de crear nuevos lugares de encuentro para las personas, lo más común es que la primera idea sea construir una plaza. ¿Por qué ocurre esto? Según Benfield porque conserva una concepción clásica de espacio público en donde la identidad de una comunidad se refuerza.
Tras esto, sostiene que puede surgir la siguiente pregunta: “¿por qué es importante tener ciudades más verdes y más sanas?”. Acerca de esto, el urbanista dice que “en la medida en que utilizamos grandes espacios públicos para conectar a las personas con hábitats compactos, reducimos la propagación del daño ambiental”.
“Crecimiento inteligente”
Hoy en día, si el desarrollo es denso y de uso mixto, tanto en el centro como en los suburbios, y además fomenta la movilidad sustentable, es catalogado como un “crecimiento inteligente”, según plantea el urbanista sobre estas condiciones que aspiran las ciudades que apuntan a la sustentabilidad.
Sobre la base de esto, destaca que las ciudades están de vuelta y que se están volviendo más transitables, menos extensas y que poco a poco están desincentivando la conducción de automóviles.
No obstante, plantea que si bien este “movimiento ha tenido un éxito considerable”, es necesario tener en cuenta que en sus orígenes involucraba otros aspectos que si bien no están de lado, se le podrían dedicar más tiempo y que corresponden a la conservación de la tierra, el mejoramiento al medio ambiente y la preservación del patrimonio.
Por esto, en el capítulo “La dispersión está muriendo. ¿Lo próximo será el crecimiento inteligente?”, propone que es necesario incorporar al debate urbano la calidad de lo que se está construyendo.
Esta idea nace a raíz de los cambios demográficos que están ocurriendo -como el envejecimiento de la población simultáneo con las bajas tasas de natalidad- que hacen cuestionarse si los nuevos edificios son lo suficientemente aptos para una población cada vez más diversa y su son eficientes para fomentar la densidad, tener una escala acorde a su entorno y reducir las emisiones de carbono, entre otros atributos.
Entonces, ¿que es el crecimiento inteligente? Según Kaid, “en el mundo de hoy, no debe ser considerado inteligente un crecimiento que no incluye edificios ni infraestructura verde, si no tiene respeto por nuestras construcciones históricas y la cultura local, si no fomenta la salud pública, si no es equitativa y si no presta más atención a la administración del suelo”.
El libro se puede conseguir a través del sitio web de People Habitat.