Los secretos del reloj de Cerro Esmeralda
Su creador dice que es el reloj más grande del mundo. Y aunque trató de inscribirlo como récord Guinness, asegura que no pudo sólo debido “a la burocracia del sistema”. Así es Guillermo Morales, más conocido como “Billy Willy”, el iquiqueño que montó un enorme reloj en el Cerro Esmeralda y lo transformó en el nuevo símbolo urbano de la capital de Tarapacá.
Aunque fue instalado a principios de los años 90’, en el macizo que se encuentra justo en uno de los accesos a Iquique, el reloj dejó de funcionar en 2011, producto de varios problemas, que en su mayoría no eran culpa del aparato: principalmente, robo de cables, ampolletas y algunas piezas clave. Su gestor, sin embargo, trabajó para mejorar el sistema. “Desde hace dos meses que reapareció como una de las postales nocturnas de Iquique, pero ahora renovado”, reconoce un residente de la ciudad.
Morales, a sus 74 años, técnico agrónomo y quien realiza labores ligadas a la electricidad como hobby, cuenta que trabajó meses en la renovación del reloj. “Ahora incluí innovaciones, pues la iluminación ya no es con ampolletas de sodio, sino con tecnología Led; el consumo de energía bajó casi en 70%. Está lejos de ser un sistema artesanal. Combinamos innovación, eficiencia energética y sustentabilidad”.
La estructura se encuentra emplazada casi en la cúspide del Cerro Esmeralda, 580 metros sobre el nivel del mar. Mide 110 metros de largo por 27,5 de alto. Pero en septiembre próximo verá duplicado su tamaño, debido a que se le incorporará una pizarra donde se anunciarán eventos y actividades de la ciudad.
“Todo el enorme sistema funciona con energía solar y eólica, siendo posible observarlo desde distintos puntos de Iquique, a una distancia que bordea los 10 kilómetros. Emplea poco más de 700 ampolletas Led”, explicó uno de los técnicos que lo supervisa.
“Materializar un proyecto de esta envergadura ha resultado un desafío. No sólo es una idea prometedora, que no produce contaminación, sino que cuenta con un sistema de generación independiente al tradicional, lo que permite el que el reloj se mantenga funcionando en caso de un apagón”, explica, orgulloso, Morales.
Gloria Delucchi, presidenta de la Cámara de Turismo de Iquique, reconoce que el reloj del Cerro Esmeralda ya se convirtió en un nuevo ícono de la ciudad. “A nuestros visitantes siempre les llama la atención, preguntan antecedentes de la historia, toman muchas fotografías donde aparece y algunos hasta lo quieren ir a ver, pero el sitio es de muy difícil acceso. Sin duda, es uno de los nuevos atractivos de la ciudad”.
Un comerciante del sector, que se identifica como Juan Arias, destaca que “si es o no el más grande del mundo, da lo mismo; lo más valorable es que se haya construido y ahora sea un aporte a la imagen turística de Iquique”.
Su funcionamiento es directo. Aunque Morales enciende y apaga el reloj a través de un sistema computacional, y puede operarlo desde cualquier punto de la región, va al lugar casi todos los días para monitorear su estado. Además, está trabajando en la pantalla adicional, que comenzará a funcionar en septiembre.
“Llegar a ese cerro ya es un desafío. Me vengo en 4×4 recorriendo un estrecho sendero, con una pendiente inmensa, pero estar aquí me reconforta, porque sé que es un aporte a mi ciudad. Además, aquí hay paz, a veces hasta me quedo a dormir”.
Explica que “este es un trabajo de años, lo tengo inscrito en el registro de inventos de Chile, y aunque no logré que quedara clasificado dentro de los récord de Guinness, por lo que he leído, comparando y buscando en Internet, éste es realmente el reloj más grande del mundo”.