Estudios urbanos: síntomas para intervenir
Por Alberto Texido y Gerardo Ureta, miembros de Corporación Metropolítica.
La ciudad, inserta en un contexto económico global, será el escenario de las nuevas interacciones y conflictos que surjan desde el cambio que experimentan las sociedades. Por una parte, la movilidad urbana aumentará y el desarrollo de los sistemas de transporte y comunicaciones será crucial, lo que se acompaña de una valoración creciente de los atributos urbanos que inciden en la calidad de vida.
En este marco, resulta relevante analizar los resultados de dos estudios urbanos recientes: por una parte, la encuesta origen-destino (EOD) del Gran Valparaíso y, por otra, el Índice de Calidad de Vida Urbana (ICVU), elaborado para 93 comunas del país por la Universidad Católica de Santiago y la Cámara Chilena de la Construcción.
La EOD confirma una tendencia nacional en cuanto a que el automóvil particular es el medio de transporte que más crece en uso. En el caso del Gran Valparaíso, aumenta su participación sobre el total de los viajes de un 15,8% en 1998 a un 29,4% en 2014, lo que se suma a un incremento explosivo del parque vehicular, que sube de 89 mil a casi 170 mil, lo que implica un crecimiento anual de 4,1%, casi duplicándose en una década y media.
Como contrapartida, los viajes en bus caen estrepitosamente de un 41,8% en 1998 a un 26,3% en 2014, siendo el Metro de Valparaíso el único modo de transporte público que sube (crecimiento anual desde 1998 al 2014 de 8,6%), tal como ocurrió en el Gran Santiago. Por último, la EOD confirma la baja relevancia que tiene aún la bicicleta que, si bien duplica su participación, llega sólo al 0,8% de los viajes.
En el caso del ICVU se observan cambios importantes, marcados por la subida de Viña del Mar (del 20° al 8° lugar) y la mantención de Valparaíso en lugares inferiores a lo largo de la encuesta. Este resultado confirma muchas de las tesis que hemos levantado desde Metropolítica, en orden a que esta ciudad Patrimonio de la Humanidad se encuentra experimentando un complejo proceso de declive, caracterizado por el deterioro de su entorno urbano, su base económica y patrimonial.
Otro aspecto clave es la disminución que experimenta Santiago como área metropolitana, lo que demuestra que los problemas de congestión y segregación residencial han terminado por pasarle la cuenta a la capital, lo que podría reforzar la migración de hogares hacia la Región de Valparaíso, como estimamos ha ocurrido hasta la fecha. Esto puede ser una oportunidad, pero también una amenaza si no se toman las medidas para que este crecimiento no comprometa los atributos de calidad de vida que reporta el ICVU o acentúe las tendencias de movilidad preocupantes que muestra la EOD.
Al igual que la visita a un médico, es importante construir un buen diagnóstico con la información de movilidad y calidad de vida, evitando que surja un brote de “transantiaguismo”, donde una mala lectura de la realidad ha implicado perder miles de millones de pesos del erario, subsidiando un sistema de buses deficiente, que no ha reducido la congestión ni ha detenido el aumento de los viajes en auto que, se supone, era su principal motivación.
Esto no puede ocurrir en el Gran Valparaíso. Si leemos bien la EOD, la primera estrategia debiera ser ampliar la red del Metro de Valparaíso, que pese a duplicar su participación entre 1998 y 2014, aún está lejos del 42% que representa en los viajes del Gran Santiago, o también de Barcelona, con 63%, y de Amsterdam, con 79%, ambas ciudades puerto. Además, es clave mejorar la calidad del servicio de buses, reparar y construir nuevos ascensores y habilitar nuevos modos como tranvías, lo que implica un necesario aumento de la autonomía regional en las decisiones.
También es importante construir infraestructura vial para urbanizar campamentos, conectar cerros o resolver cuellos de botella propios de la compleja topografía del área metropolitana, evitando que todos los viajes deban pasar por el borde costero.
No podemos caer en el reduccionismo que entiende las obras viales como incentivos para usar el auto, olvidando la realidad geográfica o socioeconómica de una ciudad u omitiendo que los factores que motivan el crecimiento del parque vehicular -y su uso- tienen su origen en el aumento del ingreso y en la mala calidad del servicio del transporte público, especialmente de los buses.
Tanto el liderazgo como la visión de consenso sobre el Gran Valparaíso y sus partes serán la clave para lograr un tratamiento integral que abarque todos los aspectos que mide el ICVU, especialmente aquellos relacionados con el entorno construido, la vivienda, la movilidad y la base económica.
Publicado originalmente en El Mercurio de Valparaíso.
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