Columna: Más allá de Valparaíso
Por Marcelo Ruiz e Iván Poduje, integrantes de Metropolitica.
Dado que la comuna de Valparaíso concentra gran parte de la agenda y del debate urbano de la región, a menudo olvidamos que se inserta en un área metropolitana mayor -de casi un millón de habitantes-, originada por la línea férrea. Nos referimos al “Gran Valparaíso” que incluye, además a Viña del Mar, Quilpué, Villa Alemana y Concón. Se trata de la segunda Área Metropolitana más importante del país, que crece con mayor velocidad que Santiago y el Gran Concepción.
Se habla de “Área Metropolitana” (AMT), cuando la ciudad supera los 500 mil habitantes y está formada por varias comunas integradas en un solo territorio. A estas se suman localidades separadas físicamente, pero que dependen del AMT en empleos o servicios, como ocurre con Mantagua, Limache y crecientemente con Casablanca.
Las AMT tienen problemas distintos a los de una ciudad pequeña. La congestión vehicular es uno de ellos, ya que a medida que la superficie urbana aumenta, los desplazamientos se dificultan, lo que se complica en el caso del Gran Valparaíso por las limitaciones geográficas. Otro problema metropolitano es la segregación residencial (producto del incremento del valor de suelo) que es la expulsión de los hogares más pobres hacia barrios precarios, que suelen ser ambientalmente riesgosos y con pocos servicios, y cuya integración debiera ser una prioridad política.
En una AMT es más difícil planificar el territorio, ya que los municipios deben coordinarse. Esto se dificulta por la cuestionable costumbre de subdividir el territorio en pequeñas comunas (tendencia amparada en la idealización del “poder local”), lo cual tiene el riesgo de concentrar los recursos generados por los barrios acomodados, como puede ser el caso de Placilla o Reñaca.
Pero el Valparaíso Metropolitano también genera muchas oportunidades. Una de ellas es su diversidad y el valor que agrega la interacción de un millón de habitantes. Una ciudad más grande ofrece más opciones de bienestar, empleo, especialidades médicas, educación, servicios o cultura, que un asentamiento de menor tamaño. Y a medida que lo hace, atrae población que eleva su atracción multiplicando las opciones de bienestar.
Otra ventaja relevante de las AMT es el mejoramiento de la oferta de suelo, lo que es clave para las expectativas de la nueva clase media. Esto explica el crecimiento de nuevos loteos en Quilpué, el Belloto, Peñablanca, Limache o Curauma, aparecidos de la mano de la inversión en infraestructura. Eso también incide en el despoblamiento de Valparaíso, frente a sus problemas ambientales y sociales.
Los cambios e impactos del crecimiento metropolitano generan una nueva demanda que valoriza los barrios tradicionales, reforzándose el sentido de pertenencia a ellos. Es la riqueza que vemos al recorrer las calles de Recreo, los cafés y tiendas que han surgido en la Población Vergara, las veredas con vista al mar de 8 Norte, el impecable centro de Quilpué, la preocupación por el destino del “barrio norte” de Villa Alemana o la gran arboleda de Avenida Urmeneta en Limache.
En el Gran Valparaíso esta diversidad urbana, se potencia por la fuerza de su geografía y la notable manera con que sus fundadores y planificadores lograron integrarla. Un ejemplo de aquello se aprecia en algunos espacios del borde costero tales como la Plaza Sotomayor ganada al mar con un diseño urbano de gran calidad o los balnearios de Caleta Abarca y Playa Amarilla. Lo mismo vemos en las calles que desembocan a la Avenida Perú y sus enrocados, en el parque costero de San Martín o el camino costero hacia Concón, que sigue entregando vistas memorables.
Otro ejemplo digno de destacar es la integración de sus cuencas naturales, muchas transformadas en parques como la Quinta Vergara, El Sausalito, el Jardín Botánico Nacional o el Zoológico de Quilpué. También la conquista de los cerros y quebradas, que han sido reconocidos internacionalmente por su urbanización con infraestructura y servicios que entregan seguridad, dignidad y calidad de vida. Es lo que vemos en los muros-terraza de las cooperativas habitacionales en Agua Santa, la calle Barros Arana en Esperanza o el entorno de la Plaza La Conquista de Placeres.
Estos son algunos de los atributos que hacen tan valorada a nuestra ciudad extendida. Este Gran Valparaíso que es más grande que la comuna que le da el nombre. Un área metropolitana con una historia épica, llena de oportunidades que debemos potenciar con buenas políticas públicas, pero también con más afecto y valor por su diversidad.
Pingback: vye80e80mt5enfn5tcev5y6ec6()
Pingback: nt54wcm85nvw4t4covtw()
Pingback: 2cn48527tbx34cwtv425d()