Calles más limpias y visualmente despejadas, los efectos de los cambios a la Ley Electoral
A tres días de iniciada la campaña municipal, el rostro de las ciudades aparece distinto al del año 2012:
La propaganda solo se puede instalar en lugares autorizados; ya no se pueden utilizar monumentales y menos rayar muros.
Para algunos, la actual campaña municipal es fantasma. Tal es el comentario de quienes han notado que existe menos propaganda que la instalada para los comicios del año 2012.
La hipótesis de los transeúntes y vecinos tiene validez. Así se advierte al recorrer lugares emblemáticos que hoy lucen libres de contaminación visual y con calles más limpias: sin afiches, carteles o palomas con llamados a votar por candidatos a alcalde o concejal.
Este cambio estético se debe a las modificaciones que la nueva Ley 20.900 introdujo a la 18.700, sobre votaciones populares y escrutinios.
En concreto, se innovó al permitir propagada solo en lugares públicos y privados autorizados. En esos sitios están prohibidos los monumentales, y las pancartas no pueden superar los dos o seis metros cuadrados.
Acorde con la masividad de las redes sociales, Twitter, Facebook, Instagram y hasta Tinder son usadas por los postulantes para dar a conocer sus propuestas y seducir a los electores para solicitarles su voto.
El que el límite del gasto electoral se haya reducido a la mitad es otra consecuencia de que las campañas sean más austeras, usando menos recursos y eliminando las gigantografías, tal como lo destaca Eduardo Engel (ver entrevista en Reportajes, D 12).
A estos criterios se suman las sanciones a las que se exponen quienes transgredan la norma sobre propaganda: multas que van desde las 10 hasta las 200 UTM.