La difícil ruta que deberá seguir el Transantiago para llegar a su nueva versión
Gobierno busca realizar la licitación el próximo año en cuatro unidades de negocio. Habrá otro proceso a partir de 2020.
Dos tipos de Transantiago estarán funcionando en la capital a partir de 2018, sistema que moviliza a 5,4 millones de personas diariamente. Pero los cambios que se esperan no serán radicales: se seguirán utilizando buses de diversa antigüedad, se pagará con una Bip mejorada y los recorridos se modificarán en algunas comunas.
El Ministerio de Transportes proyecta que se licitarán en 2017 las unidades de negocio de las empresas Alsacia, Express, Redbus y STP, que vencen sus contratos al año siguiente. Esto quiere decir que solo cuatro de los siete paquetes de servicios serán concesionados.
Carlos Melo, secretario técnico de la reforma al Transantiago, explica que esto lleva a que la puesta en marcha sea “gradual”, pues se debe esperar a que las firmas terminen sus contratos para que las nuevas compañías puedan ingresar, lo que sucederá entre mayo y octubre de 2018.
Se estima que las otras empresas terminarán sus servicios entre 2020 y 2022 (Subus, Vule y -se prevé- Metbus), por lo que no será realizada por este gobierno.
¿Habrá buses nuevos? A fines de 2018 se estima que podrían circular alrededor de 2.000 vehículos con tecnologías Euro V y VI, que son menos contaminantes.
El sistema contempla los 390 servicios existentes hoy, a los que se les realizarán ajustes. “La ciudadanía ha señalado que es necesario hacer una revisión de la malla y atender dicha demanda, incluyendo su integración con las nuevas líneas 3 y 6 de Metro”, afirma Carlos Melo.
Largo plazo
¿Qué tipo de tarjeta usarán los pasajeros? Desde 2019 estará disponible una Bip 2.0 que, según explican en el ministerio, dispondrá de una mayor seguridad que la de hoy. Y aunque se había planteado que el medio de pago que se implementaría serían las propias tarjetas bancarias o de casas comerciales para pagar la tarifa, se prevé que la empresa que se adjudique esa licitación, en un período de cinco años, deberá contar con un sistema abierto que permita que cualquier plástico con tecnología contacless sirva para pagar. A su vez, seguirán funcionando las tarjetas tradicionales.
Raimundo Cruzat, ex coordinador de Transantiago, señala que es difícil cumplir esta programación: “Lamentablemente, dado que es muy probable que los otros contratos también se extiendan, es posible que tengamos un Transantiago igual al que conocemos por lo menos hasta el 2020”, dice. Y añade que hay cambios que “deberían ser instantáneos”, como la expropiación de los terminales, la actualización tecnológica de la Bip y el cambio de incentivos a los operadores. En el primer ítem, los terminales ya estarían licitados en 2019 para las nuevas firmas. Louis de Grange, académico de la U. Diego Portales, señala que esos recintos “representan grandes barreras de entrada que dan mucha ventaja a los actuales operadores, y aumentan los costos de posibles nuevos interesados”.