Dos horas y media en la 712
El recorrido más largo del Transantiago lleva 10 días funcionando. La vuelta completa tiene 97 kilómetros. Para los choferes, es eterno. Los pasajeros, en cambio, están felices de no tener que hacer más transbordos.
El viaje parte a las 9.06 horas desde una solitaria calle, sin ruidos y con una neblina incipiente entre los árboles. En el terminal, ubicado en Calle 27 de Septiembre con Los Tilos, Puente Alto, sólo hay cuatro buses que esperan su momento para salir a un nuevo recorrido.
Fernando Contreras lleva cuatro años trabajando como conductor y este es su segundo viaje de la mañana en la nueva 712. Ahora deberá regresar a Huechuraba y recorrer nuevamente los casi 50 kilómetros que tiene el trayecto, el más largo del sistema de transporte de la capital. “Me gusta, porque me queda muy cerca de mi casa y evito perder tiempo viajando a Puente Alto para empezar a trabajar”, señala.
A las pocas cuadras suben ocho personas, de las cuales sólo dos pagaron su pasaje. Fernando ni se inmuta con la gente que no pasa la bip! por el sensor.
Respecto de su relación con los pasajeros, Fernando Contreras cuenta que hay mucha diferencia en el trato según la comuna. “En Puente Alto casi nadie paga y apenas me saludan, yo no les digo nada, porque cumplo con manejar nomás”. Por el contrario, el tramo en que las personas son más amables es desde Vespucio a Huechuraba, cuenta.
Han pasado 50 minutos desde la partida, la micro está llena y avanza lentamente. En Avenida La Florida sube Isabel Pavez (78), una mujer operada de la rodilla, con prótesis y bastones. Trabaja en una tienda del Apumanque hace 35 años y dice que el recorrido que hace de lunes a viernes podría ser mejor. “Cuando era más joven, existían las micros amarillas, que me dejaban más cerca, pero con la nueva ley de transportes, se eliminaron”. De todas formas, trata de ser optimista y dice que lo que más le gusta es que los buses están limpios. “Da gusto viajar así”, dice.
En una de las paradas, ingresa un chico malhumorado con audífonos que saca la bip! de su bolsillo con un gesto indeciso, lucha contra su voluntad para pagar y cuando el sensor se torna verde, cierra los ojos arrepentido de haber gastado los $ 660. Mientras, Fernando conversa con una pasajera y le explica que el recorrido cambió, pero que es similar a la ex 112. La escena se repite varias veces a lo largo del viaje, ya que muchos usuarios no saben aún del cambio de recorrido. La empresa STP, una de las más pequeñas de la industria, se hizo cargo luego de que fuera reasignado por el Ministerio de Transportes.
A mitad del nuevo trayecto, que atraviesa diez comunas de la capital, se sube María Muñoz (54), que lo utiliza desde que comenzó a funcionar, el reciente 24 de septiembre. María lleva 18 años trabajando como asesora del hogar y recorre desde San Luis, en Peñalolén, hasta Américo Vespucio con Manuel Barrios, en Las Condes. Para ella, la principal diferencia entre el recorrido anterior y el nuevo es la eliminación de los transbordos, lo que le ayuda a ahorrar tiempo. “Antes me demoraba dos horas en llegar a la casa entre locomoción y metro, y ahora menos de una hora”, afirma.
En Américo Vespucio el paisaje cambia radicalmente. Aparecen altísimos edificios de oficinas, parques con ciclovías y también un taco que no desaparecerá hasta llegar a la Rotonda Kennedy, cerca del Parque Arauco. En medio de la congestión, sube una mujer vendiendo Super8 y otra con un niño cantando canciones gitanas para amenizar la espera.
Ya en Huechuraba, después de pasar por Ciudad Empresarial, el paisaje se vuelve similar al del inicio; calles mal cuidadas y casas antiguas, pero esta vez con vendedores de hotdogs en la vereda. Veinte minutos antes de llegar al final del recorrido, el bus se vacía por completo, y 10 minutos antes de entrar al terminal suben dos jóvenes que no pagan. A las 11.38 horas, la 712 de Fernando Contreras entra al terminal y finaliza la primera vuelta completa del día. Han pasado dos horas y media desde que inició el viaje y se apresta a su media hora de descanso.
Los choferes de esta línea afirman que este nuevo trayecto no los beneficia. Señalan que el horario de trabajo es demasiado extenso. “Yo me levanto a las cuatro de la mañana y en total trabajo más de 12 horas. Termino con las dos vueltas a las cinco o seis de la tarde”, dice Pedro, reconociendo que no es su verdadero nombre.
Agrega que “uno se cansa, se aguanta los dolores de espalda, las ganas de hacer… Ayer, un colega no aguantó más en la máquina y se tuvo que hacer ahí mismo”. Otro chofer, que se identifica como Raúl, añade: “Si yo fuera pasajero, también sería feliz poh (sic), que me lleven por $ 600 por todo Santiago, no cualquiera la hace”, dice molesto, antes de iniciar su segunda vuelta del día.