Metro completa 142 km de red con líneas 3 y 6 y se convierte en el 25º más extenso del mundo
Por Manuel Valencia y Sebastián Sottorff.
Con unión de 37 nuevos kilómetros, el subterráneo santiaguino avanzó once lugares desde el puesto 36:
El tren metropolitano superó a otros como el de Hamburgo y Estocolmo, y se consolidó como el segundo mayor en Latinoamérica, detrás del de Ciudad de México.
En el tramo que avanza subterráneamente por Irarrázaval, entre la futura estación Ñuñoa (en la esquina con Pedro de Valdivia) y la estación Chile España (bajo la intersección con esa arteria), se produjo un hito decisivo en la construcción de las nuevas líneas 3 y 6 del metro. En ese sector se unieron los túneles que avanzaban por tramos desde La Reina y Huechuraba, y completaron los 37 kilómetros de la red de estas dos líneas.
Con este encuentro, el proyecto entra en su fase final de ejecución, porque se inician las terminaciones de las estaciones y la instalación de rieles y catenarias (cables) que permitirán la circulación de los trenes.
También el término de los ductos marca un salto para el metro: de una palada de tierra, el tren metropolitano pasó de sus actuales 105,4 kilómetros a 142,4. Con ello, sube once posiciones de su actual lugar (36°) y se convierte en el 25° más extenso del mundo. Con ello supera a otros sistemas, como el de Hamburgo, el de Estocolmo o el de San Petersburgo.
De todas formas, los análisis realizados por la Cámara Chilena de la Construcción o la consultora Atisba señalan que el metro está en déficit y requiere más del doble de red para responder a los requerimientos de movilidad de una metrópolis como el Gran Santiago.
“Considerando el aumento de población que tiene Santiago, que va a superar los ocho millones de habitantes y el alza de la motorización, es necesario construir más metro, porque resuelve los requerimientos de transporte sin afectar el escaso espacio vial de la superficie. La red debiese duplicarse en unos quince años para cubrir bien la ciudad, y con eso vamos a estar en un estándar similar a los estándares de la OCDE”, afirma el ex director de Metro y especialista en transporte de la UDP Louis de Grange.
Concuerda Pablo Allard, decano de la Facultad de Arquitectura de la U. del Desarrollo. “Si bien el de Santiago es el segundo metro más grande de Latinoamérica, queda mucho por hacer. Se requiere voluntad política para priorizarlo como el eje del transporte público, porque es el único que garantiza calidad, dignidad y tiempos de viaje”, afirma el también integrante del Consejo de Políticas de Infraestructura (CPI).
El urbanista valora que las nuevas líneas sean completamente subterráneas, porque con esta modalidad se logra generar más espacios públicos.
Luego del término de los túneles, el metro prepara un plan para que los futuros usuarios de las líneas 3 y 6 visiten la obra y sepan cómo viajar en ellas. A diferencia de la red actual, ambas líneas no tendrán boleterías ni conductores de trenes, por ejemplo. “Tendremos tecnologías completamente nuevas, como las cámaras, intercomunicadores, detectores de humo y puertas de andén. Vamos a hacer un proceso de comunicación incorporando a los vecinos para que sean parte de la experiencia”, afirma Rubén Alvarado, gerente general de Metro de Santiago.