Los laberintos del Barrio Franklin en su bolsillo
La fundación Patrimonio Sustentable lanza una guía patrimonial de este sector urbano que es visitado hasta por 200 mil personas en un fin de semana, y que surgió al alero del antiguo Matadero.
Tiene nombre de leyenda medioriental y apellido de campeón chileno, y es un indiscutido héroe del barrio. En ocasiones, Zenén Vargas se instala los fines de semana como un vendedor ambulante más en la esquina de Santa Rosa y Placer para ofrecer sus magníficos letreros pintados con su trazo, un oficio que aprendió de su padre a quien observaba trabajar desde los siete años.
Zenén Vargas creó toda una tipografía de colores y formas, primero para el antiguo letrero de micro, y después para el cartel de picada y de servicios diversos, hasta convertirse finalmente en imaginería nacional. Por eso está presente ahora en la portada de la “Guía patrimonial Barrio Franklin. Un mercado popular en Santiago”.
Impulsado por la fundación Patrimonio Sustentable, esta publicación reobserva la historia y describe la identidad del barrio Franklin como uno de los ejes industriales y de oficios del sur de la capital. Pero sobre todo, la guía se presenta como una vitrina de nuevos emprendimientos emplazados allí.
Si bien contiene una ruta patrimonial, con hitos arquitectónicos ineludibles como el Teatro Huemul, la casa donde residió la profesora Gabriela Mistral, la restaurada parroquia Santa Lucrecia, las poblaciones Huemul II y III o la plaza Claudio Matte, la guía propone otros siete recorridos temáticos para acceder a nuevos giros: gastronomía, juguetería, diseño, mercado del disco vinilo o de la cultura vintage .
“La dinámica de Franklin es compleja, difícil de comprender. Es un barrio vinculado al comercio, que apareció sin ninguna planificación urbana. Comenzó como una solución a un problema social. La gente vendía sus cosas en las veredas para conseguir recursos durante las crisis de los años 30 y los 80”, señala Alejandra Rosas, directora de Patrimonio Sustentable.
Se refiere al cambio de giro que progresivamente se dio en ese territorio alrededor del antiguo Matadero, después de que este fue trasladado a Lo Valledor, en 1969. No solo finalizó así una actividad productiva, sino también un modo de vida. “Como mucha gente quedó sin trabajo, tuvo que ingeniárselas para sobrevivir. Y con el tiempo fue evolucionando a lo que hoy es Franklin. Hoy existen más de 3.000 emprendedores en seis galpones”, agrega Rosas.
Un mercado popular
“Todo está conectado. Desde la piedra angular del Matadero hasta el barrio Huemul, centenaria obra de vivienda obrera, y los galpones que nacen como apéndice para dar origen al persa que conocemos”, dice Douglas Mella, dirigente vecinal y administrador de lo que allí llaman “patio de comidas”, una serie de nuevas cocinerías de muchos países.
Los límites son siempre difusos. Según Mella, que se define como “hijo del zanjón de la aguada” y cuya familia ha habitado el barrio por tres generaciones, Franklin se despliega entre Matta (norte), Placer (sur), Vicuña Mackenna (oriente) y Viel (poniente), un extenso, espontáneo y dinámico territorio de actividad comercial.
“Para mí, Franklin se ha ido atomizando con el tiempo y se han creado nuevas subdivisiones de los espacios. Hay más barrios con identidades distintas, como Matta Sur, más residencial, y Victoria, que tiene que ver con el calzado. Franklin se desenvuelve más que nada en un espacio de comercios formal e informal en torno al mercado Matadero y los galpones”, dice Mario Cavalla, director de Santiago a Pata, que tiene recorridos patrimoniales a pie por el sector.
El historiador Nicolás Aguayo concluye: “Lo interesante es la identidad que se generó allí con la industrialización. El Matadero se había instalado en 1847 en las afueras de una ciudad que tenía su límite sur en la Avenida de los Monos, la actual Matta. Allí llegó a trabajar mucha gente del campo, que traía sus tradiciones. Estaban los matarifes, hombres con coraje para un oficio brutal. Alrededor aparecieron mercados, chinganas, lugares de canto, o prostíbulos de la calle Placer, bautizada así según el mito popular. La mezcla campo-ciudad le dio la fisonomía y personalidad al lugar que, pese a su evolución, todavía tiene rasgos muy presentes”.
De aquí y de alláLa guía abre con un homenaje a Zenén Vargas y su colección de clásicos carteles, y luego recorre emprendimientos diversos, donde la gastronomía tiene protagonismo. A los clásicos del barrio, como el pernil, el arrollado, el caldo de pata y el queso de cabeza, dieta elaborada para los matarifes, se suma una serie de platos nuevos ofrecidos en puestos, locales y restaurantes: del Gusto Criollo al Doña Tere con Sabor, y de La Picá de Jaime a El Libanés. Las antigüedades tienen presencia en muebles, colecciones numismáticas, revistas, vestuario de fantasía y objetos decorativos. Además, existe todo un registro de juguetes de lata y madera, figuritas de acción y consolas de videojuegos “de autor”. La guía se entregará gratuitamente en puntos turísticos y también está disponible en YoAmoBarrioFranklin.com.