Los nuevos aires de Freirina
Pasaron los olores a olvido en la comuna de Atacama. Su gente espera que ahora una serie proyectos eólicos y solares ayuden al empleo y a la economía local.
Río de Janeiro, la calle principal de Freirina, está desierta. Son las tres de la tarde de un día laboral, pero la siesta no perdona en esta comuna de Atacama, de no más de 6 mil habitantes. Los que no descansan son los dueños de los locales comerciales del “centro”. Botillerías, bazares, comidas al paso y una ferretería son algunos de los negocios abiertos, pero sin clientes, al menos a esa hora.
“Cuando estaba Agrosuper, vendíamos más”, dice con tranquilidad Karina, del almacén Briceño. Lo mismo agrega Elizabeth, dos locales más abajo.
Freirina se hizo conocida en 2012 cuando la faenadora de cerdos (450 mil cabezas) decidió cerrar debido a la oposición de la ciudadanía, luego de los diversos episodios de mal olor que gatillaron la reacción de la población, que mayoritariamente se unió en esta causa y derivó en que más de US$ 500 millones en infraestructura quedaran como fantasma en el desierto.
La decisión de Agrosuper dividió a la comunidad, pues más allá de las fallas ambientales también significó la pérdida de al menos 500 puestos de trabajo.
El INE no genera información a nivel comunal, sin embargo, fuentes municipales indican que el desempleo estaría hoy por sobre el 10%, su cifra promedio histórica, mientras que las personas inscritas en la Oficina Municipal de Empleo bordearían las 700. En Vallenar, la capital provincial, la desocupación fue de 9,8% entre junio y agosto, 0,4 puntos porcentuales menos que en 2015.
“Los ánimos se han calmado respecto de Agrosuper y en el horizonte aparecen nuevos proyectos que esperamos aporten al empleo y den un nuevo aire a la gente”, dice Luciano Osorio, alcalde (s) de la comuna. “Pero no a cualquier costo, queremos que las empresas cumplan con los temas ambientales. Por ejemplo, está el proyecto Nueva Unión, que fusionó las mineras Relincho y El Morro en Alto del Carmen), Cerro Blanco (US$ 380 millones por ejecutar) y los parques eólicos más grandes de Chile”, explica.
Según el último catastro de Sofofa, sólo en proyectos eólicos, ejecutándose o por ejecutar, en Freirina se invertirán cerca de US$ 1.100 millones por Ibereólica (Cabo Leones I y II), Latin America Power (San Juan de Chañaral de Aceituno) y AM Eolica Sarco.
Para el intendente de Atacama, Miguel Vargas, si bien la comuna crece a través de la inversión pública, con proyectos como la construcción del Cesfam y la restauración de la iglesia Santa Rosa de Lima, “igual se requiere inversión privada para garantizar el empleo”.
Agrega que “está planeada una inversión superior a los US$ 1.000 millones en proyectos eólicos, que convertirán a Freirina en la comuna más importante en este tipo de energías; esto generará empleo preferentemente en la provincia del Huasco. El desafío es cómo trabajamos para que esto sea un apoyo concreto a la comunidad, pues hay razones para que la comuna presente un cambio en el crecimiento, desarrollo sustentable y empleo”.
También están en carpeta los proyectos de energía solar Planta Solar Libertad I y II y el Parque Solar Llano Victoria, ambos en etapa de calificación y licencia ambiental.
Daniel Llorente, presidente de la Corporación de Desarrollo de Atacama (Corproa), entidad que agrupa a más de cien empresas de la región, sostiene que “Freirina tuvo una economía modesta hasta que apareció Agrosuper, que por un lado provocó ilusión, pero también decepción con su diseño y ejecución. No obstante, su salida significó que todos perdiéramos”.
Para el líder gremial, Cerro Blanco es un proyecto que podría traer beneficios a la ciudad, “pero no hay señales que pueda avanzar a la brevedad, debido al precio del metal”.
En cuanto a los proyectos eólicos, “estos no necesariamente impactarán en el trabajo, pues sólo requieren mano de obra en su construcción. Para nosotros, lo más realizable en el corto plazo es retomar las conversaciones con Agrosuper, bajo nuevas condiciones y compromisos”.
Opinión que comparten la mayoría de los locatarios del centro del pueblo, como Marta, que vende sándwiches a unos kilómetros de la vieja faenadora de cerdos. “Si hacen las cosas bien, se podría”, dice.