Chile adelanta durante cumbre ONU sus medidas para enfrentar el cambio climático
Además, plan de descontaminación que marcará los próximos años incluirá a Rancagua:
Subsecretario del Medio Ambiente mencionó la construcción de más áreas verdes, exigencias a los ministerios y planes regionales de adaptación al problema.
Fue en el marco de la jornada de cierre de la cumbre ONU Hábitat III, desarrollada en Quito, que el subsecretario del Medio Ambiente, Marcelo Mena, entregó detalles de los 14 nuevos planes de descontaminación para Chile, que buscan enfrentar el calentamiento global y reducir la mortalidad por la exposición a material particulado.
La autoridad sostuvo, además, que se trabaja en un plan adicional para establecer un instrumento que enfrente las emisiones de material particulado fino (MP 2,5) en Rancagua, lo que se suma al vigente plan para material particulado grueso (MP 20). En esa ciudad, el contaminante principal es la calefacción a leña.
Sobre el plan de adaptación al cambio climático, Mena adelantó la construcción de más áreas verdes y nuevas exigencias a los ministerios que ejecutan obras para incorporar el calentamiento global como un eje.
“La construcción de más áreas verdes genera menos inundaciones y olas de calor, que son las que más muertes provocan. Esto se alinea con la idea de ciudad más resiliente”, afirmó.
El plan también busca cambios en la política pública de diseño de puentes o carreteras, porque hay eventos más recurrentes. “Lo mismo con las marejadas y los aluviones. Lo que tenemos que hacer ahora son planes de adaptaciones comunales y regionales que vamos a impulsar en parte con el sector privado y la nueva Agencia para el Cambio Climático”, señaló el subsecretario.
Explicó que ya hay un mapa de alta resolución del impacto del tema comuna por comuna, y eso va a ser un insumo básico para incorporarlo como criterio de la evaluación ambiental estratégica en la aprobación de planes reguladores.
La estrategia también apunta a Vivienda. La ministra Paulina Saball dijo en la capital ecuatoriana que ya se incluyó el cambio climático en las nuevas definiciones de riesgo en los planes reguladores y en obras como “verteolas” en bordes costeros para contener marejadas. “Además, se incorpora en la materialidad, con nuevas normas de construcción para hacerla más sustentable, y en la reducción de emisiones provenientes de la construcción”.
Críticas a la cita
Pese a la diversidad de los 45 mil asistentes al Parque El Ejido, sede de ONU Hábitat III, una idea común logró cierto consenso: más allá de las buenas intenciones expresadas en la agenda urbana de 175 compromisos, faltó un plan con medidas específicas.
Ese instrumento había sido trabajado por los países en 2015. Sin embargo, fue desechado por las amplias divergencias que generaba. Por ello, muchos ven en la agenda urbana trazada hasta 2036 un “saludo a la bandera”, que no se traduce en indicadores, metas, lineamientos ni exigencias a los países firmantes.
Se echaron de menos pronunciamientos sobre el derecho a la vivienda, por ejemplo.
La ministra Saball defendió el tono de la agenda consensuada en Quito. “La conferencia de hábitat no es igual a la de cambio climático, en que los estados adquieren compromisos con metas que es posible cuantificar. Es una invitación a cada país a mirar su realidad con ojos críticos, y sobre determinados parámetros comunes establecer una agenda que nos permita decir hacia dónde queremos caminar en los próximos años”, afirmó.
Desilusión de la comunidad científicaEn Quito hubo también críticas al objetivo de generar un desarrollo urbano sustentable. Ayer, la comunidad científica, representada por Timon McPhearson, profesor de ecología urbana de la New School de Nueva York, acusó una “desilusión” sobre el documento. “Debió haber y aún debiese haber una conexión clara entre los objetivos y una transformación sustentable clara. Asociar la agenda a estos objetivos podría haber establecido pasos claros que deben tomarse, indicadores que dan un seguimiento y permiten evaluar y monitorear un avance y el hecho de que las naciones se comprometan a ellos. No podemos esperar 14 años ni menos al 2050 para que las cosas cambien; necesitamos hacer cambios ahora”, reclamó.
Joan Clos, director ejecutivo de ONU Hábitat, respondió que las políticas corresponden a los gobiernos nacionales y que no hay un tratado de cumplimiento. “La urbanización es un proceso político-social que tiene otras formas. Los países nos han pedido establecer un debate mundial y después proponer líneas para ayudar a los gobiernos a desarrollar mejor la urbanización”.