Nueva edición de “Valparaíso”, de Sergio Larraín, estrena 82 fotografías
Por Romina de la Sotta Donoso.
El volumen también fue editado en francés:
Éditions Xavier Barral publica este libro, que es completamente fiel a la maqueta que el propio fotógrafo hizo en 1993, y que incluye textos espirituales suyos.
Para muchos, Sergio Larraín Echenique (1931-2012) es una figura enigmática. Les desconcierta que haya desechado una exitosa carrera como fotógrafo de Magnum, que viviera en una pequeña localidad al interior de Ovalle y que hablara de yoga en vez de dinero.
Esa extrañeza, sin embargo, ya tiene remedio. La Librería Francesa acaba de traer a Chile “Valparaíso” (Éditions Xavier Barral, 2016, 212 páginas), el libro que el fotógrafo siempre quiso publicar, y tal como quería que fuera publicado: con un marcado acento espiritual.
Aunque el proyecto originalmente fue ideado por Larraín y Pablo Neruda en los años 60, no se concretó sino hasta 1991, cuando Éditions Hazan publicó la primera versión de “Valparaíso”, con diseño de Xavier Barral y 38 instantáneas. Su impulsora fue Agnès Sire, directora de la Fundación Henri Cartier-Bresson y ex directora de arte de la agencia Magnum.
“Antes de eso, el texto de Neruda sólo había sido publicado en alemán en la revista suiza DU, junto con las fotos. Cuando publicamos este pequeño libro en 1991, Sergio Larraín estaba muy, pero muy feliz”, cuenta Sire, desde París. Dos años después, a ella le llegó por correo una maqueta de Larraín para una nueva edición de “Valparaíso”.
“No fue tan sorprendente, porque en algunas cartas él me había dicho que, aunque el primer libro era muy bonito, le gustaría incluir otras cosas. ‘Estoy trabajando en eso y te lo enviaré cuando esté listo’, me dijo”, recuerda y asegura que esta edición “es la mejor manera de entender cómo estaba funcionando Sergio Larraín al final de su vida”.
Sire ha revisibilizado al fotógrafo chileno por medio de grandes muestras, como la retrospectiva que vimos en Santiago en 2013. Y también publicó, con Gonzalo Leiva, una monografía de 400 páginas. “Con Sergio Larraín intercambiamos unas 500 cartas, desde mediados de los 80. Era muy frecuente que describiera un tipo de estado espiritual que buscaba, y era muy raro que escribiera sobre su trabajo, pero si yo le hacía preguntas específicas, las respondía. Si no, sus cartas eran sobre técnicas de meditación. En este libro reprodujimos algunos dibujos que él hizo para mostrar cómo meditar. Era como un monje”.
Y justamente esa dimensión espiritual es la que gana este nuevo libro editado por Xavier Barral. Además de incluir el artículo de Neruda y un texto de Sire sobre la génesis del volumen, ahora se incorporan 82 fotografías inéditas, alcanzando así un total de 120 instantáneas tomadas entre 1952 y 1992 en Valparaíso. Todas fueron seleccionadas por Larraín, quien además diseñó la narrativa para articular las imágenes con anotaciones manuscritas y con el revelador texto que escribió en 1993: “Texto para el kínder planetario”. Allí denuncia, en inglés, el abandono de “uno de los más poéticos lugares del planeta”: Valparaíso. “Con nuestra actitud de depredadores (negocios) y parásitos (viviendo de los impuestos) hemos dejado de amar a la realidad, a la vida. Y estamos destruyendo todo lo que existe y que posee belleza y armonía (con la ciencia y la técnica)”, escribe a máquina, con correcciones a mano.
Alerta también sobre la destrucción del planeta, el hoyo de la capa de ozono y el agotamiento de los recursos renovables. Y hace un llamado a actuar: aboga por la enseñanza del yoga y una economía con sentido espiritual. Sus palabras le dan una nueva dimensión a ese relato fotográfico que recorre escaleras y perros callejeros, prostíbulos y marineros, y también niños sin zapatos y plantas entre escombros. El epílogo son reveladoras cartas que envió a Cartier-Bresson y a Sire.
“Cartier-Bresson quedó impresionado apenas conoció a Sergio Larraín por la agudeza de sus ojos”, apunta Sire. “Yo creo que su talento es muy particular, y que si fue bastante desconocido es porque él lo quiso así. Su composición era muy singular y había pureza en lo que hacía. No le interesaba ganar dinero como fotógrafo; sólo le importaba el placer de tomar buenas fotografías del momento que estaba viviendo”.