Más Ciudadanía. El desafío frente al riesgo de los incendios forestales
Avance de humo sobre #Valparaiso #incendio en camino a Laguna Verde. @RNEValparaiso @biobio pic.twitter.com/y7fAfUZW7h
— Mauricio Fuentealba (@m_d_fuentealba) 2 de enero de 2017
Los incendios de Valparaíso son “Forestales” se proyectan a la ciudad como parte de una combustión donde los factores atmosféricos y geográficos la hacen incontrolable.
Los incendios forestales son el resultado de transformaciones en la atmósfera y eso es “cambio climático”.
El principal componente de la combustión es una plantación pirofita que hemos indicado debe hacerse reversible, restaurar los sistemas naturales es restaurar los sistemas de la vida.
Desde hace ya años, desde nuestra universidad, advertíamos sistemáticamente sobre los riesgos de incendio que se incubaban, y que aún se incuban, en la parte alta de la ciudad y que el carácter de éstos era social, por tanto, su manejo y control debía ser fruto de intervenciones complejas que implicaran afectar significativa y simultáneamente reglas, acumulaciones y flujos disponibles en la ciudad. Sosteníamos y sostenemos el significativo rol en esta travesía de la vida pública, de la urbanidad activadora de ciudadanía, que implica pasar de “habitante de una urbanización” a “ciudadano de una ciudad”.
Cambio Climático como referencia
Valparaíso, como todo lugar de nuestro planeta, depende vitalmente de la existencia de atmósfera, la que ha cambiado y lo sigue haciendo. Hay muchas evidencias del cambio climático que se está experimentando. Dentro de las más inquietantes, en relación a los incendios forestales que nos preocupan y ocupan, están los bajos niveles de humedad relativa que se presentan en los inter-períodos de lluvias, lo que se agudiza con la sequía prolongada, la baja capacidad de retención del subsuelo, la propagación de especies altamente consumidoras de agua, reportando puntos críticos bajo el 25 % de Humedad, cuya significación se hace más evidente al contrastarlo con los valores recurrentes que se han registrado en los últimos 40 años, que informan de una Humedad relativa que oscila entre el 64 y el 67 %.
Lo expresado nos permite sostener que, claramente, la mayor amenaza la constituye el cambio climático.
Plantaciones y no bosques
En el entorno de la urbanización de Valparaíso, Curauma y Placilla proliferaron las plantaciones forestales, con especies vegetales a modo de monocultivo, que no tienen ni la complejidad ni la autorregulación de los sistemas originarios. Las plantaciones forestales, tienen un objetivo maderable y, por tanto, económico. Este extractivismo maderable o dendroenergético, en algunos casos, es fuertemente consumidora de agua y, consecuentemente, de crecimiento rápido; dado su carácter alóctona estas especies no asimilan o no se adaptan a las condiciones preexistentes, por tanto son invasivas y deben, necesariamente, ser controladas en crecimiento y desarrollo a través de un plan de manejo.
Propietario ausente como vulnerabilidad
Bien sabemos el azaroso proceso de transformación en las economías de suelo sub-urbano. Lo que ha traído como resultado un “propietario ausente”, configurándose el abandono como la principal vulnerabilidad. Como lo hemos señalado sostenidamente “una plantación que se cuida no se quema”.
El abandono, que por sí sólo es delito, se explica dada la condición superflua en que ha quedado la actividad, como un pasivo no valorizado. Sólo el valor de suelo urbano constituye un pasivo de un proyecto de extractivismo inmobiliario como inversión y esta condición superflua, trae consigo las actividades de clandestinidad, negligencia, descuido, casualidad, intencionalidad inclusive las patologías (vertederos, delitos, piromanía).
Estas últimas condiciones, son las promotoras de los accidentes que, en ausencia del propietario, proyectan los incendios forestales, que partirán en forma normal hasta alimentarse de su propia cinética, generando diferencias térmicas, cambios de presión y por consiguiente desplazamientos de masas de aire que, en lo permanente, está presente como viento sureste, por tanto, siempre se proyectaran sobre las áreas urbanizadas emplazadas al norte.
Hemos señalado que las condiciones topográficas son las responsables de generar un incendio excepcional en Valparaíso, conocido como incendio “eruptivo” (“blow-up”) o efecto chimenea. Operando por inflamación, entre laderas y fondos de quebrada, se desarrolla en forma errática y se hace incontrolable, provocando prácticamente la inutilidad, incluso, de los cortafuegos clásicos, que han sido diseñados para geografías homogéneas y relativamente planas, condición muy diferente a la que se observa en los sectores altos entre Valparaíso y Placilla.
Reducir la vulnerabilidad
Reducir la vulnerabilidad hasta eliminarla, debe ser la estrategia, con acciones que identifiquen a los propietarios de los remanentes forestales. Debe connotarse a los incendios en Valparaiso, como problema de propiedad privada y propietarios, constituyendo el abandono como delito, exigiendo planes de manejo.
Pero, para que esto se viabilice, debe constituirse una comunidad que tenga interés en generar ciudadanía que se responsabilice, vigilando (se), exigiendo (se), controlando (se).
La tarea básica a la que nos debemos abocar, no es la búsqueda y sanción del causante del accidente, sino el abordaje y disminución de las vulnerabilidades que lo hicieron posible. Al mantener y no reducir las vulnerabilidades, colocamos al territorio en un riesgo e inseguridad innecesario.
Los ojos en el contexto en que se vive, no sólo evitara los incendios, también desarrollará la seguridad. Ya lo señalaba Jane Jacobs en su libro “Vida y muerte de las grandes ciudades”, considerado uno de los libros más importantes del urbanismo del s. XX: “Los ojos en la calle hacen ciudades más seguras”. Desde los principios de la etología social, la seguridad es ciudadana, así también lo es la resiliencia, una forma de superar la actual adversidad y aprender de ella.
Modelo Interpretativo
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