Aprobación de planta de residuos industriales desata la indignación de los vecinos de Tiltil
Alcalde está en “pie de guerra” con las autoridades regionales y anuncia fuertes protestas:
El recinto, que recibirá 45 camiones diarios con desechos, se suma a los vertederos, relaves e industrias que, según el municipio, están contaminando la zona.
Malos olores por una planta de cerdos, un incendio en un vertedero y reclamos por falta de conectividad. Esas son algunas situaciones por las que ha hecho noticia Tiltil en el último tiempo, lo que ha llevado a sus vecinos a catalogar esa comuna como el “patio trasero” de Santiago.
Y el listado no se detiene, porque la comunidad se prepara para volver a protestar, esta vez por la instalación de una planta de tratamiento de residuos industriales. Se trata del proyecto Centro Integral de Gestión de Residuos Industriales (Cigri), de la empresa Ciclo, cuya construcción fue aprobada por la Comisión de Evaluación Ambiental Región Metropolitana el 29 de diciembre, desatando la indignación de los vecinos.
La central, que se ubicará a tres mil metros de la localidad de Rungue, ocupará 43 ha y tendrá una vida útil de 29 años, con una capacidad de almacenamiento de tres millones de metros cúbicos para recibir 45 camiones diarios con desechos peligrosos.
“Esta nueva lacra continuaría engrosando la ya larga lista de pasivos ambientales que destruyen nuestro Tiltil y sus habitantes”, fue la reacción del municipio ese día, ya que considera que la planta se sumará a las fuentes contaminantes que ya tiene la zona, como relaves mineros, rellenos sanitarios e industrias que trabajan con químicos y metales, y que golpearán aún más a la comuna, que de por sí enfrenta una sequía hace una década.
El alcalde de la comuna, Nelson Orellana, dice que apelarán a la medida en el consejo de ministros, en las cortes de Apelaciones y Suprema, e incluso, en tribunales internacionales. Pero por lo pronto, afirma que él mismo coordinará las protestas que harán sus vecinos en marzo, las que -advierte- provocarán problemas en la región.
“La gente está solicitando una manifestación y nosotros la vamos a coordinar. Les puedo asegurar que vamos a dejar la Región Metropolitana en un estado complejo en su parte de operatividad, le vamos a dar un golpe fuerte. Hemos aguantado esto por muchos años y llegó el momento de decirle ‘no más’ al Estado de Chile; debe entender que esta comuna ya le solucionó muchas cosas a la región. Le recibimos la basura, los relaves y ahora los residuos peligrosos. Y la gente se cansó”, advierte.
Orellana explica que no se trata de rechazar a las empresas que se instalen, sino de que la comuna ya tiene demasiadas fuentes contaminantes y que ya no quieren ser una zona de sacrificio. De hecho, tienen catastradas las instalaciones que molestan a los vecinos (ver mapa), a las que se suma un tren que lleva basura a la comuna, que -dice- pasa 18 veces al día, dejando líquidos percolados en su camino, afectando las zonas de Polpaico, Rungue, Montenegro, La Cumbre y el centro de Tiltil.
La necesidad de la planta en la región
Pero la seremi metropolitana de Agricultura justifica el proyecto. En un reciente informe, la institución explica que la región recibe anualmente 200 mil toneladas de residuos industriales, de las cuales, el 75% va a parar al único relleno de seguridad que tiene, el que data de 1997, por lo que “es presumible que su vida útil remanente sea bastante corta, lo que configura un escenario de eventual riesgo sanitario”.
El documento dice que la planta recibirá 97.800 toneladas anuales de residuos contaminados con metales, además de toneladas de residuos con ácidos, asbestos, cianuros, hidrocarburos y oxidantes. Es por todo esto -sumado a la emisión de polvo y óxidos de nitrógeno que lanzará al aire- que se le obliga a la empresa a cumplir numerosas medidas de mitigación del impacto que tendrán los suelos y el agua, la fauna, los caminos y las comunidades, incluido un plan de monitoreo de 50 años una vez que cierre la planta.
La empresa Ciclo, en su sitio web, se compromete a que el recinto no generará olores ni contaminará aguas, y a no recibir residuos radiactivos, explosivos u hospitalarios, además de enumerar las medidas de mitigación que aplicará en la cercana localidad de Rungue.
“No más”
El alcalde Nelson Orellana dijo que la gente de su comuna se cansó: “Llegó el momento de decirle ‘no más’ al Estado”.