El retorno de los oficios: Exitosos talleres impulsan el rescate del patrimonio
Bajo el lema de “aprender haciendo”, la Escuela-taller Fermín Vivaceta, del barrio Yungay, ha restaurado fachadas, techos y ornamentaciones de inmuebles patrimoniales. La iniciativa se está replicando en varias ciudades de Chile, con buenos resultados.
La tarde del 16 de septiembre de 2015, el pueblo de Canela, en Coquimbo, fue víctima del terremoto de 8,4 grados que destruyó gran parte de las añosas casas de adobe del sector. A partir de este trágico evento, la organización de vecinos del barrio Yungay en Santiago, Escuela-taller Fermín Vivaceta, que realiza talleres de oficios tradicionales, como albañilería, yesería, trabajo con adobe y carpintería, viajó al lugar con estudiantes y profesores de forma voluntaria para ayudar en la emergencia.
Recogieron escombros, evaluaron las casas e intervinieron espacios. Así fue como la escuela-taller, creada a raíz del terremoto de 2010, demostró que cuando los daños en las casas no son estructurales, estas merecen ser recuperadas en su misma materialidad.
“Queremos generar conciencia sobre la importancia de mantener los sistemas tradicionales de construcción”, dice José Osorio, presidente de la Junta de Vecinos del Barrio Yungay y creador de esta iniciativa.
Este objetivo ha dado sus frutos en Canela, ya que el Ministerio de Vivienda y Urbanismo activó un subsidio patrimonial para reparar las casas, y la Escuela Fermín Vivaceta se lo adjudicó. “Hace tres semanas estamos interviniendo la primera casa, y vamos a restaurar siete en total”, dice Osorio.
Este es un ejemplo del trabajo de apoyo que realiza la Escuela-taller de Yungay en sectores que han sufrido pérdidas patrimoniales. Y además, es la madre de seis escuelas-taller que se han creado desde el 2012 en Arica, Antofagasta, La Serena, Cartagena, Chiloé y Aysén. Talleres que de forma independiente y gratuita se han dedicado a enseñar las técnicas tradicionales de construcción. El proyecto ha generado más adeptos cada año y José Osorio espera que esta red de escuelas-taller se amplíe a una por cada región del país.
Las escuelas, que se autofinancian a través de fondos estatales, como Fondart, Corfo, y a veces de los propios bolsillos de sus integrantes, han enseñado a más de mil personas, desde dueñas de casa que quieren mejorar sus antiguas viviendas, pasando por estudiantes de arquitectura y hasta obreros que quieren especializarse en el rubro de la construcción patrimonial.
Curso Sence
En Santiago ya han sido 19 promociones que en siete años han hecho cerca de 30 intervenciones en distintos barrios céntricos de la capital. “El trabajo principal es el de albañilería que se despliega en formatos de tierra, cal, yeso y carpintería”, dice Osorio.
En regiones, el curso de carpintería en la escuela-taller de Chiloé ya está trabajando en la restauración del Museo de Chonchi y se están recuperando casas de los centros históricos de Arica, Antofagasta y Cartagena.
Osorio apunta que el principal desafío que ha tenido es convencer a las autoridades de la importancia que tiene el rescate patrimonial. Pero tienen éxitos a su haber: en noviembre, el Consejo de Monumentos Nacionales firmó un convenio apoyando a esta iniciativa.
Otro logro ha sido que este año el Sence acreditó al taller de albañilería en Santiago. Con esto podrán postular personas de 16 a 76 años que tengan ficha social. Así, este taller también será una herramienta de inclusión social.
En cuanto al valor del patrimonio, Osorio comenta: “Hay un cambio de paradigma, la gente se está dando cuenta de la importancia del patrimonio y quiere protegerlo. Muchas comunidades ven en la construcción tradicional una posibilidad de mantener una vida comunitaria y mejorar su calidad de vida”.