Escaleras se revitalizan y ganan interés turístico por cierre de dos ascensores en Valparaíso

Escaleras ValparaisoPor Hernán Cisternas Arellano.

Accesos a los cerros Alegre, Concepción y Bellavista:

Los trabajos de restauración de los funiculares Concepción y Espíritu Santo, que se prolongarán por un año, han reactivado el uso masivo de los accesos peatonales.

El hecho que Valparaíso esté emplazado sobre 42 cerros, donde vive cerca del 90% de sus 290 mil habitantes, llevó a que en la ciudad proliferaran las escaleras que recorren y unen colinas, quebradas y terrazas. Para subir y bajar las hay empinadas, cortas y largas; algunas con descansos y barandas, otras sin ellos.

Pablo Neruda, en el Cuaderno 3 de “Confieso que he vivido”, señaló que “si caminamos todas las escaleras de Valparaíso habremos dado la vuelta al mundo”. Su visión de ellas ahorra comentarios: “Las escaleras parten de abajo y de arriba y se retuercen trepando. Se adelgazan como cabellos, dan un ligero reposo, se tornan verticales. Se marean. Se precipitan. Se alargan. Retroceden. No terminan jamás”.

Durante la actual temporada de verano, miles de turistas han vivido la experiencia de Neruda, debido al cierre de dos de los principales ascensores del sector céntrico de Valparaíso: el Concepción, en el cerro del mismo nombre, y el Espíritu Santo, en el cerro Bellavista, donde está “La Sebastiana”, casa del poeta.

Próximo a ambos funiculares, sometidos a un proceso de restauración que tomará un año, existen escaleras que eran poco usadas, porque los residentes y visitantes preferían el ascensor. La reducida circulación de público era aprovechada por grupos de personas para beber o fumar marihuana, lo que generaba inseguridad y atemorizaba.

Tal situación cambió radicalmente este verano, al menos en la escalera o subida Concepción, que une calle Esmeralda -a un costado del edificio de “El Mercurio”-, con el Paseo Atkinson, uno de los miradores privilegiados de la bahía de Valparaíso.

Beatriz Urrutia, residente en el sector, señala que “antes no se pasaba por la escala, por inseguridad. Ahora, con más gente subiendo y bajando, da tranquilidad transitar y está más limpio”.

La misma opinión comparte el artesano en madera Pablo Araya, quien vive en la mitad de la escalera: “Haber dejado de ser un sitio solitario, aleja a los ‘patos malos’. Da gusto ver cómo los extranjeros disfrutan conocer el puerto desde otro rincón”.

Para la turista francesa Isabelle Dumont, hospedada por seis días en un hostal del cerro Alegre, “recorrer esta escalera es un agrado. Cada día subo y bajo varias veces. Permite apreciar el paisaje de un modo diferente”.

Acompañada por su esposo e hijos, otra francesa, Laila Chettih, profesora de Economía que llegó a Chile a fines del año pasado, donde ejercerá la docencia por tres años, destacó la posibilidad de recorrer los cerros gracias a sus escaleras: “Nosotros valoramos el aire libre, el deporte, y esta forma de conocer una ciudad nos ayuda en la salud”.

A diferencia de la escalera Concepción, la Pasteur -que se ubica a un costado del ascensor Espíritu Santo, a pasos de la plaza Victoria-, aún mantiene sus condiciones de inseguridad. Quienes la utilizan para visitar el Museo a Cielo Abierto deben sortear a grupos que se congregan para beber alcohol. Los guías recomiendan la subida Ferrari, que es más empinada y complicada, pero más segura.

318
peldaños tiene la escala más extensa del puerto, desde calle Cousiño hasta el cerro Las Cañas.

20
murales forman parte del Museo a Cielo Abierto, junto a las escalas del Cerro Bellavista.

212
escalones existen en subida Pasteur, a un costado del ascensor Espíritu Santo.

“Recorrer esta escalera es un agrado. Cada día subo y bajo varias veces. Permite apreciar el paisaje de una manera muy diferente”.
ISABELLE DUMONT
Turista francesa

“Antes no se pasaba por la escalera, por inseguridad. Ahora, como hay más gente subiendo y bajando, no solo da tranquilidad transitar, también está más limpio”.
BEATRIZ URRUTIA
Residente del cerro Concepción