“Tenemos que llegar con soluciones a las zonas incendiadas, idealmente antes de que comience a llover”
Andrés Meza, Coordinador Nacional del Programa de Restauración Ecológica de CONAF:
En estos días, Conaf dará conocer las cifras oficiales sobre la superficie más severamente dañada por los incendios.
Autoridades locales, centrales, comunidades, la academia, los gremios y las empresas buscan respuestas a los problemas que dejó la catástrofe de los incendios de este verano. Qué hacer con el suelo dañado es uno de ellos. Andrés Meza, coordinador nacional del Programa de Restauración Ecológica de Conaf, aclara que las cifras oficiales disponibles hasta ahora corresponden a las de hectáreas afectadas por 69 incendios de más de 200 hectáreas, ocurridos entre el 1 de enero y 10 de febrero (ver figuras). Si bien los incendios no terminaron en esa fecha, “necesitábamos tener un período de análisis para entregar las primeras evaluaciones.
Autoridades de gobierno, parlamentarios, comunidades, alcaldes, buscan información y nosotros hemos estado entregándola de manera preliminar para satisfacer la necesidad de datos útiles para tomar decisiones rápidas”, señala.
De hecho, la profusión de cifras que se han conocido y que pueden provocar confusión, se explica porque se analizan distintos períodos o tipos de incendios. Con todo, explica que normalmente Conaf entrega un informe detallado al final del período de incendios, que estadísticamente incluye entre julio de un año a junio del siguiente. Obviamente, este año hubo que entregar estos datos preliminares antes de lo previsto para orientar las acciones de restauración.
Explica que son conceptos distintos la afectación y el daño. En estos días, Conaf dará a conocer la información oficial sobre el nivel de daño que muestran estas 518 mil hectáreas afectadas. “Lo usual que ocurra es que entre el 25 a 35% de la superficie total afectada sufra daño severo. Sin embargo, por las características que tuvo el fenómeno, con altas intensidades calóricas, en períodos de varios días con altas temperaturas, pensamos que ese porcentaje será probablemente más elevado”.
Qué Hacer
Ante la pregunta de qué es necesario hacer para recuperar el suelo y la vegetación después de sufrir un incendio, explica que las medidas más inmediatas deben focalizarse en las áreas críticas. Por ejemplo, donde desaparece la vegetación, el suelo queda expuesto a las lluvias.
“Cuando empieza la temporada de lluvias nosotros tenemos que tener ojalá detectadas aquellas áreas más sensibles y que mayores daños podrían provocar en las partes bajas, debido al arrastre de agua superficial. En ese caso, las medidas que se orientan desde el área técnica, son aquellas destinadas a la contención del suelo, y que pueden ser biológicas y no biológicas”, señala.
Las medidas biológicas están relacionadas con el manejo de la vegetación, “lo más a la mano es plantar árboles, reforestar”, y las técnicas no biológicas, consistentes en obras tales como diques, fajinas o la ordenación de desechos, que faciliten la infiltración y disminuyan el escurrimiento superficial del agua.
“Hay que ver las condiciones en que quedó ese suelo, la urgencia que tiene la intervención, porque cuando se enfrenta a una emergencia como la de este año no hay posibilidad de atender el 100% de la superficie afectada. Eso está claro, por eso hay que focalizarse en las áreas críticas”.
Para los suelos agrícolas, precisa, “las medidas son distintas porque en general están en superficie más planas. Entonces el riesgo de erosión es menor que en una zona con pendiente. Y las medidas son el mejoramiento de suelos con técnicas más tradicionales de la agricultura. Es distinto a lo que ocurre en la zona boscosa donde lo que importa es retener el suelo. Tratar de que no se pierda con las lluvias”.
El punto es que la erosión provocada por la lluvia en el terreno sin vegetación no solo afecta la fertilidad de este, sino que también puede afectar a la gente. “Si hay una población que está expuesta al escurrimiento en la parte baja, ahí hay que intervenir, porque eso puede saturar las instalaciones, el alcantarillado o afectar los colectores de agua potable como ocurrió hace poco en Santiago, y que podría repetirse en otras comunas”.
Andrés Meza destaca la necesidad de trabajo conjunto: “Todo esto se tiene que materializar con recursos, capacidades y con integración de todos los actores públicos y privados en el territorio. La magnitud es tan grande que todo el mundo está trabajando en las regiones más afectadas. Están todos abocados, primero a buscar datos, segundo a hacer las evaluaciones y tercero, a generar propuestas para orientar las medidas y su implementación”.
“Este fenómeno nos pone ante un desafío que requiere muchas voluntades, especialmente de las comunidades involucradas. Se ha discutido mucho sobre el tipo de vegetación, sobre los monocultivos, se han dado múltiples ejemplos, pero estos incendios se desencadenaron, la mayoría, por alguna acción humana, desde los problemas de gestión, falta de prevención o descuido. Entonces, lo que viene para adelante, tiene que considerar este factor como uno de los más importantes, la prevención a todo nivel”, señala.